El origen histórico del tarot sigue siendo un misterio y probablemente lo será siempre, dado que las evidencias documentales nos llevan a los siglos XIV y XV; a. A partir de esos años la historia se cubre de sombras y especulaciones. Las versiones más aceptadas por los estudiosos, han abrigando su origen en dos posibles historias (no necesariamente opuestas) de la baraja. La primera basada en lo que consideraríamos un basamento «documental» y la otra, con un origen más «mítico».
Los naipes como los conocemos hoy día, deben su origen a Oriente, siendo el pueblo chino al que se le atribuye la invención del papel y el primer método de impresión de la historia del hombre. También la historia le atribuye a China y la India el origen de juegos como el ajedrez, los dados o el dominó, los que desde su origen tuvieron una connotación tanto lúdica como adivinatoria. La llegada de las primeras barajas a Europa se debe, con toda probabilidad a los pueblos árabes, auténticos intermediarios entre Oriente y Occidente.
Las primeras referencias documentadas sobre el tarot en Europa se remontan a 1367. En este año, una ordenanza atribuida a Konrad Justinger, de la ciudad de Berna en Suiza, prohíbe los juegos de cartas. En los años siguientes, comienzan a surgir documentos relacionados con la baraja en diversas ciudades de Suiza y el Norte de Italia. En ellos descubrimos que los juegos de cartas fueron un pasatiempo nuevo, desconocido hasta entonces.
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